“Tenemos que reunirnos para ofrecer un pequeño concierto al vecindario ”. Así se despedía Stéphane, tras dar la bienvenida al barrio, una tranquila urbanización del distrito XX parisino, a Michel. Era la tarde del día de Reyes de 1999, miércoles.
Michel no tardó mucho en ponerse en contacto de nuevo con Stéphane, justo lo que se tarda en acomodarse en la nueva residencia y en visitar a Federico, músico como él y veterano en la urbanización; su vecino más próximo.
La cita preparatoria del concierto fue a medio camino, aunque aquel (por razones obvias) debía ser en la residencia de Michel. Al fin y al cabo, el violín de Stéphane no presenta los problemas de espacio del piano de Michel. Además, Stéphane dispone nada más de un pequeño apartamento, en nada comparable al “unifamiliar” de Michel.
La cita, como digo, fue en un lugar equidistante de ambas residencias; fue en casa de Jean-Baptiste, pues así aprovecharían para comunicarle su invitación al concierto, aunque sabían la alta probabilidad de que éste declinara la invitación aduciendo enfermedad. En el barrio era por todos conocida su recurrente forma de eludir actos sociales fingiendo estar enfermo. Cuentan de él, además, que una vez asistió a la inauguración de la exposición de pintura que otro vecino, Camile, había preparado con tanto esmero. Tras el cóctel de bienvenida y de dar buena cuenta de canapés y golosinas, se le oyó comentar: “Debe ser hermoso, no entiendo nada”. Dicen que es la última vez que salió de casa, por lo que, como digo, es poco probable que aceptara la invitación de Stéphane y Michel.
Quien, sin ningún género de dudas, sí asistió al concierto fue Édith, siempre dispuesta a fiestas. María, voz prodigiosa, cuya residencia está en el mismo edificio de apartamentos que la de Stéphane, tampoco faltó.
Nada se sabe de la fecha en la que se celebró el concierto. No hay ningún documento gráfico que pruebe siquiera su existencia. Lo que sí que es cierto es que fue un éxito sin precedentes, que dejó sin palabras a los ilustres allí congregados; quedaron sin respiración.
Desde ese día, en esta tranquila urbanización parisina, dicen que si se guarda silencio y se cierran los ojos, se escuchan pianos, violines y voces prodigiosas. También dicen oírse animadas tertulias literarias y disertaciones sobre nuevas corrientes pictóricas y teatrales.
Si van a París no dejen de darse un paseo para visitar a Honoré, María, Federico, Jean-Baptiste, Isadora, Ives y Simone, Camile, Marcel y Oscar; además de Michel y Stéphane, claro. Son algunos de los ilustres moradores de esta tranquila Urbanización del distrito XX parisino. No se olviden tampoco de visitar a Jim, que se moría por conseguir alli una parcela y mira tú por donde hizo realidad su sueño en el año 1971.
Les dejo con la brillante y emotiva interpretación del tema “These foolish things” a cargo de nuestros dos anfitriones, franceses ellos: Stéphane y Michel - Michel y Stéphane.
Creo que Yves y Simone se marcaron unos pasos de baile, ajenos a las miradas. Eloisa y Abelardo, como siempre, enamoradísimos; Fulberto ya nada puede hacer por impedirlo.
Michel no tardó mucho en ponerse en contacto de nuevo con Stéphane, justo lo que se tarda en acomodarse en la nueva residencia y en visitar a Federico, músico como él y veterano en la urbanización; su vecino más próximo.
La cita preparatoria del concierto fue a medio camino, aunque aquel (por razones obvias) debía ser en la residencia de Michel. Al fin y al cabo, el violín de Stéphane no presenta los problemas de espacio del piano de Michel. Además, Stéphane dispone nada más de un pequeño apartamento, en nada comparable al “unifamiliar” de Michel.
La cita, como digo, fue en un lugar equidistante de ambas residencias; fue en casa de Jean-Baptiste, pues así aprovecharían para comunicarle su invitación al concierto, aunque sabían la alta probabilidad de que éste declinara la invitación aduciendo enfermedad. En el barrio era por todos conocida su recurrente forma de eludir actos sociales fingiendo estar enfermo. Cuentan de él, además, que una vez asistió a la inauguración de la exposición de pintura que otro vecino, Camile, había preparado con tanto esmero. Tras el cóctel de bienvenida y de dar buena cuenta de canapés y golosinas, se le oyó comentar: “Debe ser hermoso, no entiendo nada”. Dicen que es la última vez que salió de casa, por lo que, como digo, es poco probable que aceptara la invitación de Stéphane y Michel.
Quien, sin ningún género de dudas, sí asistió al concierto fue Édith, siempre dispuesta a fiestas. María, voz prodigiosa, cuya residencia está en el mismo edificio de apartamentos que la de Stéphane, tampoco faltó.
Nada se sabe de la fecha en la que se celebró el concierto. No hay ningún documento gráfico que pruebe siquiera su existencia. Lo que sí que es cierto es que fue un éxito sin precedentes, que dejó sin palabras a los ilustres allí congregados; quedaron sin respiración.
Desde ese día, en esta tranquila urbanización parisina, dicen que si se guarda silencio y se cierran los ojos, se escuchan pianos, violines y voces prodigiosas. También dicen oírse animadas tertulias literarias y disertaciones sobre nuevas corrientes pictóricas y teatrales.
Si van a París no dejen de darse un paseo para visitar a Honoré, María, Federico, Jean-Baptiste, Isadora, Ives y Simone, Camile, Marcel y Oscar; además de Michel y Stéphane, claro. Son algunos de los ilustres moradores de esta tranquila Urbanización del distrito XX parisino. No se olviden tampoco de visitar a Jim, que se moría por conseguir alli una parcela y mira tú por donde hizo realidad su sueño en el año 1971.
Les dejo con la brillante y emotiva interpretación del tema “These foolish things” a cargo de nuestros dos anfitriones, franceses ellos: Stéphane y Michel - Michel y Stéphane.
Creo que Yves y Simone se marcaron unos pasos de baile, ajenos a las miradas. Eloisa y Abelardo, como siempre, enamoradísimos; Fulberto ya nada puede hacer por impedirlo.
Dejo unas cuantas fotografías, hasta hacer la número 600 de las que en este blog han aparecido a día de hoy.
P.D: Estamos de aniversario, este espacio cumple hoy su primer año. Felicidades por la parte que les toca.